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YO
REBUZNO
Ji
Jaaa. Ji jaaa. Ji jaaa.
Admiro la silueta de un burro rebuznando
sobre la plateada colina.
Al atardecer, al amanecer, junto a la
parsimoniosa corriente, bajo los estupefactos eucaliptos o quemándose las patas
en la ardiente arena, se le ve tozudo, dientes en alto, hasta hacerse uno con
el estridente manojo de cardos florecidos que sale de su garganta.
Las horas, verdes o amarillas, y los
silencios cálidos, fragantes y pletóricos de ranas son los que más le gustan.
¿Por qué rebuznas, burro?
Porque
sí, rebuzno.
Rebuzno,
rebuzno...
Rebuzno
porque sí.
Porque
adoro las cosquillas que la vida me hace en el hocico.
Ji
Jaaa. Ji jaaa. ¡Ji jaaa!
Luz.
Sombra. Se deslizan por mi cola de cometa.
Día.
Noche. Suben por mis orejas de lana.
Y
rebuzno,
Lo
mismo que tú cuando silbas pompas o mares o ánades violetas.
Igual
que silba relámpagos de gozo la abeja entre las flores,
o
esparce libélulas ese niño cuando corre.
Fabrico
notas de pelo y tierra que estremecen a los árboles.
.Ji
Jaaa. Ji jaaa. Ji jaaa.
¿Sabes?,
a veces rebuzno la explosiva exclamación de sorpresa de una supernova;
otras,
el ansia de un agujero negro sale por mi boca.
Pero
cuando más insistente, agudo, turbado y loco es mi rebuzno
es cuando
retiembla en mis crines el aterciopelado recuerdo de ella.***
De "La naturaleza en el corazón". Maite Sánchez Romero
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