La felicidad proviene de la capacidad de sentir profundamente,
de disfrutar simplemente,
de pensar libremente,
de arriesgar la vida,
de ser necesitado.
Storm Jameson
...Y de subir serenamente una montaña.
El recorrido hacia ella es la vida:
La vida hecha de esfuerzo, de amor, de valentía, de humildad, de curiosidad.
La montaña nos recibe, a veces con dureza, otras con dulzura, pero siempre, siempre nos recibe. Nos espera sabiendo que sus secretos serán compartidos allá, en su cima, cuando nuestros ojos y nuestros pies nos duelan por el largo camino; cuando nuestra mirada se haya transformado y comprenda que sobre las angostas piedras y el sudor hay un inmenso mundo de horizontes francos, abiertos para nosotros.
LA MONTAÑA INCITADORA
El Midi d'Ossau era, y seguirá siendo por mucho tiempo, una montaña incitadora. Su gran sombra solitaria se yergue sobre todo el valle de Ossau, en el pirineo francés.
Cuentan que día tras día, al anochecer, el cono de su inquieta sombra cubría lentamente la cabaña de un sencillo pastor de las montañas. Y parecía que la sombra entrara sin llamar a su casa y quisiera colocar un granito de curiosidad y otro de inquietud en los sueños de aquel hombre. Un día, el joven pastor llegó antes de lo habitual a su refugio, y descubrió al cono de la sombra frente a su puerta. Él, llevado por un impulso irremediable, se colocó justo encima de la cima hecha de sombra, con lo que pudo observar su propia sombra sobre la montaña. En los días sucesivos continuó volviendo antes solamente para darse el placer de verse sobre aquella cima y sus oníricas aristas.
Finalmente se decidió. Mientras sus ovejas pastaban su verde rutina, el hombre corrió a escalar el inmenso y bello monte; esta vez por sus aristas de verdad, de hierba y piedra. Su audacia le hizo ser el primero en subirla y el primero en conocerla, allá por 1787. Seguro ese día, al volver a su cabaña el pastor, arropado por la gran sombra, durmió su más plácido sueño.